Nota editorial
En esta nota vamos a tratar un tema de esos que los filósofos llaman de BiopolÃtica. Es decir, sobre el gobierno sobre la vida y, por ende, sobre las personas.
Desde la Colonia nuestros aborÃgenes se vieron limitados en sus derechos. Se les esclavizó y se les exterminó. Por esta razón se trajeron a los africanos a estas tierras. Dentro de las teorÃas planteadas por la extrema derecha hispanoamericana, hay una referida a que con el dominio español el indÃgena estaba mejor que bajo nuestros actuales regÃmenes republicanos. Para estos ideólogos el indio era un vasallo libre de la corona y por lo tanto tenÃa los mismos derechos que los españoles.
Pero esto no es cierto, pues los indÃgenas eran tratados como menores de edad y civilizados a la fuerza a través de las misiones religiosas en las que debÃan aprender obligatoriamente el castellano, la religión católica y a vestirse al modo occidental. Esta visión no varió con la llegada de la independencia y siguió subsistiendo hasta las postrimerÃas del Siglo XX.
En concreto, hasta 1996, cuando la Corte Constitucional declaró inexequible la Ley 89 de 1890 por violar el multiculturalismo de 1991. El ponente fue Carlos Gaviria, quien mencionó que por el hecho de que los aborÃgenes tuvieran una visión diferente del mundo no eran inferiores, ni bárbaros, ni salvajes. Sino seres humanos con los mismos derechos que cualquier colombiano.
La pregunta que nos hacemos es si en estos casi veinte años desde la sentencia la situación es diferente para nuestros indios o seguirá siendo la misma de la Colonia, en la que poseÃan derechos pero no los podÃan exigir. La reflexión nos lleva a comentar que es poco lo que ha mejorado la situación, ya que en el gobierno anterior, o mejor llamado el uribato, el Gobierno Nacional creaba batallones y los ponÃa dentro de los resguardos indÃgenas sin preguntarles. Poco le habrá importado al omnipotente Presidente saber que habÃa violado una vez más el ordenamiento jurÃdico. Y, en concreto, el internacional porque se vulneraron los acuerdos de la OIT que obligaban a nuestro Estado a consultar a los indÃgenas.
En este tiempo de elecciones tenemos que volver por la expresión de Antanas Mockus de "que no todo vale". En este sencillo ejemplo tenemos que por el delirio de la seguridad volvemos a la Colonia y maltratamos grupos humanos sin ningún tapujo. Y sólo nos faltó ponerlos otra vez debajo de alguna sotana.
Ojalá que la extrema derecha no vuelva a tomar el poder porque nos mandarÃa no a la Colonia sino a la Edad de Piedra.
MIGUEL MALAGÓN
Director